Cuando llame a tu puerta, déjame entrar.
Yo soy el amor que apacigua los conflictos y cura el dolor de las almas heridas.
Si dejas que me quede, cuidaré que la armonía y la paz reine en tu hogar, revigorizando tu espíritu oprimido por la incomprensión humana.
También cuidaré que tu refugio sagrado sea bendecido por los ángeles del cielo, proveyendo a los tuyos de salud y equilibrio en todos los momentos de tu vida.
Cuando te sientas cansado, yo te recordaré la importancia del trabajo en este mundo de sufrimientos, como condición primordial para el ascenso de tu espíritu, para que merezcas entrar en las moradas celestiales, donde disfrutarás de la alegría y la paz infinita.
Siempre estoy a tu lado, aunque a veces no me veas.
Soy tu guardián, emisario del Señor, destacado por los Maestres amorosos para ayudarte a superar las dificultades que la vida te impone, enseñándote a comprender que ellas son las benditas oportunidades concedidas por lo Alto, con la intención de promover el crecimiento de tu espíritu.
Por tanto, en los momentos de dolor, tristeza y sufrimiento, búscame, evocando a tu ángel de la guarda y allí estaré, porque estamos conectados por un amor extremadamente puro, consolidado a lo largo de los milenios, a través de las múltiples existencias en las que el Padre nos permitió mantenernos unidos, como compañeros de jornada.
Abre tus puertas, déjame entrar.
Sin identificarse
GESJ - 10/05/2007 - Reunión Pública - Vitória, ES - Brasil