En un pesebre modesto, nació el Maestro libertador.
Sus más sublimes lecciones y acciones irradian pureza y fuerza transformadora.
No fue reconocido por los Suyos; la muchedumbre le crucificó, pero, aún así, está eternizado en los corazones humanos.
¡Suena la hora suprema dela Tierra!
Un vendaval de horrores se abatirá sobre ella y solamente aquellos corazones que poseen la sencilla marca del Maestro soportarán y traspasarán el umbral del dolor.
Jesús nació humilde y simple, pero, solamente a través de Su ejemplo de sabiduría y fe, coraje y amor, suplantaremos el dolor y sublimaremos nuestro eterno ser.
Ante el humilde pesebre hemos de postrarnos y arrodillados implorar Su Presencia para que nos sostenga.
Solamente Él con Su inagotable amor podrá ampararnos por el camino pedregoso rumbo a la regeneración.
Jesús, Amor y Luz de nuestra vida.
Meimei
GESH - 14/12/2007 - Vitória, ES - Brasil