¡Queridos Hermanos!

Vine por los que se han desviado de las leyes, y a estos procuro despertar con la luz de Mi Amor.

Si los beneficiados con riquezas piensan recibirme en sus palacetes, que sepan que su tarea es venir hasta Mí, para el servicio y auxilio fraternal a los que lloran.

Sus riquezas no tienen nada que Me invite a su Presencia Amiga; es en las celdas inmundas y torpes donde se hace necesario implantar la fuerza del sentimiento puro, del amor verdadero de Hermanos que somos.

Allí residen los enfermos del alma, los que nos necesitan, y a ellos debemos concederles la gracia de nuestra Presencia Amiga, tocando sus corazones con la Luz de la Esperanza, de la Verdad y de la Justicia del Padre.

Que las incursiones que ahora realizáis, les lleven a todos ellos Mi Presencia y el Amor que derramo sobre ellos, sobre vosotros y sobre toda la humanidad.

Que conozcan la verdad que hay más allá de la materia, alcanzando sus espíritus atormentados y enfermos, la realidad espiritual que los llama que rediman sus pecados, a la urgente limpieza de sus delitos a través de la resignación y el sincero arrepentimiento.

Venid a Mí, pequeños, Yo os acogeré a todos con amor profundo, presente en Mi Espíritu.

Escoged cuanto antes el camino que deseáis seguir e incorporaros deprisa al camino del bien. Valerosos Trabajadores, Asistentes de Cristo os esperan.

Dócilmente, entregaos a ellos, que os socorrerán, amparándoos y encaminándoos según los designios del Padre Eterno.

Que se abra definitivamente, ante los ojos de los encarnados, el velo de la ilusión de la materia, y empiecen a ver su condición de espíritus inmortales, actuando acorde con su naturaleza de seres humanos en ascensión espiritual.

Nosotros os saludamos en el nombre del Cristo Planetario y os deseamos la Paz del Señor de los Mundos.