Hermanos y amigos.
Abracé el ideal espírita por encontrar en él las lecciones que llenaban las lagunas dejadas por la fe (religión) que antes abrazaba. Dedicados años de trabajo y estudio me convirtieron en un dócil instrumento del Amor de Dios, y en la simplicidad de la pesquisa y el estudio de las comunicaciones de los espíritus, fui vislumbrando un nuevo mundo, repleto de las luces maravillosas de la Bondad del Creador.
Sin demora empecé a divulgar las nuevas enseñanzas con la esperanza de atenuar el dolor que se multiplicaban en el Mundo. Fui duramente criticado, combatido y ridiculizado, por aquellos que se dejaron influenciar por las fuerzas retrógradas que desde hacía mucho tiempo intentaban interferir en el destino de la Tierra, y por otros tantos ignorantes.
Con todo, una vez encendida la llama de la verdad esta jamás se apaga, pues representa el Amor Puro de Dios. Por eso nos dijo el Adorado Jesús: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida."
Sobreviviendo a todo el antagonismo, la Doctrina de los Espíritus atravesó el tiempo trayendo a la humanidad esclarecimientos, consuelo, esperanza y comprensión. La comprensión es el abono de la fe, que mediante la acción de la luz doctrinaria va robusteciendo las frágiles raíces de los decaídos que hoy empiezan a levantar su frente ante la Claridad Mayor, sin temerla.
La aceleración de los acontecimientos que culminaron con la Codificación de la Doctrina Espírita se debió al período doloroso que le esperaba a la humanidad. Ese período ha llegado y se evidencia día a día, lanzando sobre las mentes humanas un velo de desesperanza.
Conforme a lo programado, los fuertes vientos que ahora avanzan no son suficientes para derribar las raíces firmes de la Doctrina Espírita y siguiendo el principio de la Ley de la Evolución, nuevos conocimientos son legados a la humanidad para que comprenda, acepte y se entregue al Plan Mayor, con resignación y confianza, pues "aquel que procure salvarse, se perderá".
Es hora de que os dediquéis a la ayuda recíproca de echaros una mano en el aprendizaje tardío de amar al prójimo, lección administrada por el Maestro Nazareno, pero fuisteis negligentes dejándoos llevar por los instintos y tendencias que poseéis. El abandono de uno mismo requiere la comprensión profunda de la Voluntad de Dios y la entrega verdadera del espíritu altruista.
Sobre todos los acontecimientos presentes reina soberano el Amor de Dios, ofreciendo a la humanidad terrena un nuevo conjunto de conocimientos doctrinarios que complementan y hacen avanzar a la mente humana.
Servir a Dios es acoger con amor las tareas legadas a cada uno, anhelando superar las deficiencias y defectos que traemos. Como colaboradores de las Fuerzas de la Luz, en primer lugar debemos aceptar las Verdades Superiores en nuestro corazón, para después abrazarlas, guiando nuestros actos en el testimonio de fe y resignación, capaces de mover montañas.
Que la paz de Jesús esté en vuestro corazón.
Allan Kardec
Hippolyte Léon Denizard Rivail
GESH - 13/02/2015 - Vitória, ES - Brasil