Agradecemos, Padre, la Luz que se irradia desde el Crucero para la Patria del Evangelio, la cual se ve cercada por los insubordinados de la Ley Mayor.

Creemos que el pueblo posee, en su espíritu, las mismas características de progreso que la Tierra Prometida alberga en su interior.

Estamos luchando bravamente para sostener las Fuerzas que mantienen la Luz radiante del Maestro Adorado, que se derrama por toda la Tierra a través del Crucero.

Pueblo amigo, no hay como evitar el combate en el que, por momentos, tendréis que poner a prueba la fe y el coraje de creer sin ver, luchar sin ver el objetivo, recibir el golpe, pero sin doblegarse ante la masa enloquecida.

Un gran contingente de espíritus rebeldes y usurpadores del orden, ensañados por el poder y la riqueza, están encarnando en Brasil. No nacen para transformarse, pues su mente se ha quedado atrofiada durante años en el Abismo, y no se expande a nuevas enseñanzas cristianas.

Son seres que, por rogativa de los amorosos Hermanos Superiores, han recibido la concesión de un pequeño período de exilio en la carne. Vienen para recibir en el plano físico, sin el asedio de sus Maestros de las Tinieblas, un finísimo rayo de la Luz del Crucero; para recibirlo en su alma y que les sirva de impulso a los cambios significativos en las futuras trayectorias de su progreso.

Por lo tanto, ya encarnan con el "sello" de futuros exiliados en su ficha espiritual, y el desorden que causan no es mayor ni menor que el que realizan en el plano invisible.

La puerta estrecha llama a los hijos al progreso, pero los obstáculos y los choques que ahora enfrentáis fueron pedidos por vosotros, para enfrentaros a ellos cuando estuvieseis fuertes. Por eso, sabed que postergar la prueba que se presenta es acumular dolores futuros.

Os aconsejamos que las enfrentéis ahora que estáis lúcidos, conscientes del deber; y apartaos de las masas que invaden la Patria del Evangelio.

Por eso estamos a vuestro lado, para que no desfallezcáis.

Paz en vuestro corazón.