Hermanos amados.

En el éter cósmico quedan grabados vuestros pasos. Cada pensamiento que emitís, conforme a la Ley o divergente de ella; cada palabra emitida y cargada de intenciones, muchas inclusive desconocidas para vosotros mismos; cada actitud ante los desafíos que la vida os presenta en vuestra trayectoria, todo permanece registrado, como el rastro de la babosa que no puede negar el camino recorrido.

El sufrimiento provocado regresará en forma de dolor que dañará vuestro espíritu, y una vez que estéis despiertos lo sentiréis más intensamente. La vergüenza, el miedo, la duda y el desánimo os abaten a todos los que enfrentan sus propios terremotos internos, viniendo a desmoronar el edificio egoísta erigido con tanto esmero y dedicación de milenios.

Con todo, recordad la Ley de Destrucción, que indica el necesario desmoronamiento del viejo hombre en favor de la renovación del alma que animará al nuevo ser. Cuando veáis desmoronarse las estructuras interiores, a las que soléis apegaros, recordad la Ley de Dios que se aplica sobre vosotros, y elevad a lo Más Alto vuestras oraciones de gratitud, esperando confiados a que brote la vida plena de amor que está reservada para vosotros. Regad el nuevo retoño que brota de la semilla, rompiendo la dura cáscara con el agua pura del Evangelio de Jesús, para que crezca y florezca, perfumando los caminos con sus flores y alimentando a los hambrientos con sus frutos.

Aceptad con humildad y resignación, que el hombre viejo se va y el hombre nuevo llegará para instalarse, en definitivo, en vuestra morada interior. Rigiendo la sinfonía de la evolución espiritual, Jesús corrige los acordes, eleva los timbres y ajusta el compás, para que vuestro espíritu vibre en la frecuencia de la música del Amor Universal.

Paz entre nosotros

Videncia - Vi que caminábamos por un campo de minas. Vi un cuerpo de espaldas que se iba resquebrajando a medida que avanzaba. Pedazos secos con barro iban cayendo, y por debajo otro cuerpo nuevo brillaba.