Hermanos

Delante de Él también nosotros nos sentimos muy pequeños, encogidos en la insignificancia de quienes somos, porque nada hay más allá del Amor y Él es puro Amor.

Ante Él redescubrimos la nada que somos y todo lo que podemos ser, para lo que solamente necesitamos seguir Sus pasos.

Nuestro Camino es Él.

Nuestra Verdad es Él.

Nuestra Vida es Él.

En Su nombre nos convertimos en servidores sin que aún tengamos las credenciales para servir, pero solamente por Él nos volvemos Siervos, dignos de Su nombre.

Hermanos, no hay nada más allá de Él cuando nos encontramos en Su presencia y cuando recibimos esa generosa dádiva, cuya demora nos podría pulverizar, nos encontramos nuevamente entregados a nosotros mismos, pero mejores, pues Su presencia aflora el Amor que somos en la esencia de nuestras Centellas Divinas.

La presencia de Jesús es una dádiva del Amor de Dios.

Aceptad, reflexionad, transformad.

Seguid sirviendo como Él nos enseñó.