Mujeres que esparcís por el Mundo los mensajes del amor de Dios.
Vuestros pasos representan en la Tierra el anclaje de las fuerzas sublimes de renuncia, dedicación, coraje, resignación y amor.
Vuestra condición corpórea trae en sí el don de la vida con la que el Padre os favoreció como portadoras de un mensaje de esperanza.
Dedicadas, empleáis la vestimenta física en el ejercicio de amar y enseñar el amor, mediante actos de perdón, que acogen los errores ajenos, renovándolos en nuevas oportunidades de acierto. Trayendo la sensibilidad de los seres que pueden engendrar vida, hacéis de la maternidad el don de la cura, que salva del dolor a las almas errantes que peregrinan en la oscuridad de la noche de la ignorancia.
No neguéis el vientre a aquel que necesita nacer. Entregad vuestro cuerpo al cumplimiento de sus designios, siguiendo lo que dicta la voluntad del Padre (Creced y multiplicaos).
Cuando acepta al hijo que reencarna, la mujer canaliza fuerzas astrales, haciéndolas converger hacia la Tierra; y como pararrayos, alivia la densidad astralina, amortigua, en el plano físico, los iones de negatividad generados por los conflictos que vuestra postura anticristiana ha provocado en el pasado.
A aquel que ensució, se le facilita la posibilidad de limpiar la psicoesfera de la Tierra, porque así lo dicta la Ley del Progreso.
Recusarse a generar una vida es cerrarle las puertas al equilibrio en el planeta y esa irresponsabilidad será indudablemente cobrada a cada una de vosotras, desviadas de vuestra programación espiritual.
Al contrario, a aquellas que comprendieron la gran dádiva de la maternidad, prestando su cuerpo para el descenso de energías que se acumulan en los planos inmateriales, estas estarán ajustadas ante la Ley.
María
Madre de Jesús
GESH - 05/05/2012 - Vitória, ES - Brasil
Nota:
Mensaje extraído de la Divulgación 65.