Saludos, hermanos! Estamos entre vosotros, enviados por el Excelso Jesús.
En servicio, hemos venido a conduciros por las realidades invisibles que componen los escenarios degradantes de las prisiones terrenas.
Si muchos de vosotros sentís tristeza por la degradación observada en el plano físico, cuán desesperados no os sentiréis al observar la enorme población de espíritus-fieras encarcelados junto con los prisioneros de vuestras penitenciarías terrenas.
Hay toda especie de espíritus: comandados e comandantes. Los comandantes se parecen a los jefes de las mafias. Desde sus pequeños tronos, erigidos por la fuerza de la violencia extrema, tienen poder de mando, poder de vida y de muerte sobre los más débiles.
La degradación sexual es aberrante y los placeres de la vida son monedas de cambio para acceder a pequeñas facilidades que antes debían constar como necesidades básicas humanas.
Muchos son los que, por fuerza de la intensa y violenta carga magnética, ven como sus cuerpos astrales se moldean en la forma mental de la ferocidad animal.
Como humanos, no soportan vivir bajo tales condiciones, de ahí que adquirieran la forma física decurrente de la fuerza del impulso vital que les garantiza la supervivencia.
En la casa mental de la mayoría de estas criaturas, no hay esperanza, ni posibilidad de futuro.
Viven cada minuto como si fuese el último y con toda la ferocidad que les faculta la condición deshumana.
Se amontonan, garantizándose el mínimo espacio de vida a costa de feroces luchas corpóreas, en las que el perdedor, la mayoría de veces debe ser rescatado para no ser devorado.
Vuestro sistema carcelario es un criadero de hombres-fiera, cuya animosidad es imposible de ser comprendida por seres humanos comunes.
Vuestra avanzada sociedad, con medios de comunicación y transporte altamente desarrollados, es incapaz de comunicarse con el lenguaje del amor fraternal, que es universal y comunica a todas las criaturas entre sí.
No sois capaces, a pesar de toda la tecnología, de transportaros a la condición de aquellos hombres y mujeres que se amontonan, se embriagan, mueren y allí permanecen, a pesar de ser espíritus libres de la materia, aumentando más y más el vivero de fieras.
Hermanos, redireccionad vuestra mirada, perdida en la ilusión del mundo de riquezas materiales, y observad la noción de humanidad que se desvanece entre las manos vacías de caridad.
Vuestros hijos e hijas amados son presa fácil para las bestias-fieras que estáis creando con vuestra inercia, negligencia y falta de sensibilidad humana.
Que Jesús os bendiga.
Ranieri Matias
GESH - 07/12/2005 - Vitória, ES - Brasil
Nota: Mensaje extraído de la Divulgación nº 41.
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