Amados hermanos.
El Amoroso Jesús nos orientó a que nos amásemos como hermanos. Por lo tanto, los hombres deberían vivir sin fronteras, considerando que todos ellos forman parte de una sola y única familia destinada al amor.
Cuando os esforzáis mucho, procuráis amar solamente el núcleo familiar, restringido a un pequeño número de personas, ligadas a vosotros por lazos de sangre. Respecto a los demás, pensáis sobre ellas como si fuesen pequeñas piezas aisladas del engranaje del mundo. Así pensáis también sobre vuestra historia pasada , como si no tuviera vínculos con el presente y este con vuestro futuro.
Para vosotros, solo aquello que impresiona vuestros sentidos físicos es real. Todo lo demás no pasa de ser una mera ilusión. Tanto y de tal forma os distanciáis de la Ley del Amor que la encaráis como si fuese algo irreal. No obstante, os afirmamos: el amor existe y no tiene fronteras, se expande sobre vuestro orbe así como por todas partes en el universo y cubre de luz todos los lugares por donde pasa. Debéis seguir su rastro para poder entrar en un nuevo tiempo.
Un tiempo de paz vendrá, pero antes será precedido por un tiempo de dolor. Mientras exista sobre la Tierra una partícula sola de la negatividad sombría que envuelve vuestro orbe, la Luz del Amor Divino actuará quemando y purificando todo a su alrededor.
Sabiendo y reconociendo que sois criaturas imperfectas destinadas a elevarse a través de la depuración de vuestras vestes astralinas, deberéis dedicaros a la limpieza interior, a través del trabajo ofrecido al prójimo como alternativa, para poder cultivar en vosotros la semilla de amor sembrada por el Divino Jardinero.
Así desaparecerán los límites territoriales que tantas barreras impusieron a la confraternización entre los pueblos y que aún hoy fomentan tantos enfrentamientos sangrientos y aterrorizantes.
Nosotros somos hermanos, y como hermanos debemos vivir.
Paz y Amor.
Hermano Francisco
GESH - 15/05/2004 - Vitória, ES - Brasil
Nota: Extraído del Mensaje Semanal 469.