Nacimiento y muerte, dos caras de una misma moneda, aparentemente antagónicas, vivenciadas por el espíritu inmortal.

Durante milenios habéis estado reencarnando, muriendo, liberándoos una vez más, retornando a la materia física.

Nacer, crecer y morir, renacer una vez más, tal es la Ley que los espíritus cumplen en la Tierra. No obstante, aún repitiendo las lecciones durante milenios, la humanidad no ha alcanzado el discernimiento necesario para su liberación, llegando al final del milenio con las mismas ideas erróneas del "cielo y el infierno" y de un Dios punitivo e ignorante, tal como sus criaturas.

Hermanos, los espíritus os trajeron enseñanzas libertadoras que son capaces de iluminar vuestra alma, impulsándoos al progreso infinito. No obstante, una pequeña parte de la humanidad se adhirió a los Postulados libertadores, pero muchos aún permanecen arraigados en la oscuridad de los dogmas infantiles que perturban el psiquismo, alterando el curso del progreso, prendiendo a las almas en el atraso milenario.

Ha llegado la hora de uniros al pensamiento del Maestro Jesús, para que podáis alcanzar el portal iluminado de un Nuevo Tiempo.

No solamente los espíritus os hablan a vuestras consciencias. Otros seres, más iluminados, procedentes de otros planetas, se adentran en la psicoesfera de la Tierra, clamando por vuestro despertar. También del interior de la Tierra iluminada, manos amigas de seres evolucionados, seres superiores, son extendidas hacia vosotros con la compasión y el amor, que vosotros, hermanos de la Tierra, habéis negado a vuestros hermanos de la humanidad.

Venid hermanos a nosotros, por la paz en la Tierra.

Amaos los unos a los otros, como Jesús nos ama! Amaos, como el Padre nos ama!

Salve la Fuerza del Amor que nos liberta y nos une!

Salve Jesús.