Hermanos, la Luz Mayor envuelve el Planeta en sus estertores de dolores y expiaciones.
No crean que la gran embarcación llamada Tierra sigue a la deriva y que sus pasajeros encarnados y desencarnados están sujetos a manipulaciones de las mentes de las Tinieblas.

¡No, hermanos! El Comandante Jesús sujeta el timón con manos firmes para que todos lleguen, no sin máculas, más con ánimo renovado a la Tierra Prometida, futura cuna del Evangelio.

Si el momento que vivís causa angustia y desánimo en vuestros corazones, ya que aparentemente nada muda, excepto el crecimiento de las maldades humanas, sepan que, si hoy las máculas terrenales os abaten y barren vuestras buenas intenciones, es porque la cosecha que recorre en "el final de los tiempos" no podría ser de flores y bienaventuranzas. Ya que fuisteis bestias en el pasado, el momento presente es el de recoger las deudas del pasado.

Reflejar que, a pesar de todo, sois felices por estar encarnados, viviendo en ese caldero de sentimientos y acciones en la materia. Vivir en la materia también es Misericordia Divina, que os concede el olvido del que fuisteis y de lo que hicisteis, mientras muchos que fueron aniquilados por vuestras manos no tuvieron la felicidad de reencarnar ni la posibilidad de tener sus propias memorias adormecidas. Ellos recuerdan y reviven sus revueltas, odios y venganzas ininterrumpidamente, en el caos donde se encuentran.

Por lo tanto, en los adormeceres y los despertares, sed agradecidos por la vida en la materia y pedid fuerzas para superar las pruebas finales solicitadas por vosotros, porque la llamada del despertar ya resuena en los corazones de los que sienten, en su íntimo, que algo necesite ser hecho en pro de sus vidas y por un mundo mejor.

Que la paz apacigüe vuestras angustias.