En la pureza de la flor, en el abrazo fraterno, vemos que los hermanos de la humanidad que comprenden los mensajes de luz, se ponen en marcha en los esfuerzos humanitarios para ayudar a aquellos que necesitan una palabra amable, un incentivo para no desmayarse en el cumplimiento de las duras pruebas, que no fueron aplicadas por el Dios del amor y la justicia, sino por la conciencia que acusa a la hora de cumplir en la carne, el ajuste de cuentas con el pasado.

Pueden venir varios desastres, pueden abatirse dolores, lágrimas, derrotas y guerras sobre la humanidad, pero si el hombre no asume para sí la responsabilidad de convertirse en medio del mundo, que poco a poco se desmorona a su alrededor, de nada sirvió sufrir el hambre, la miseria, las pérdidas y sus consecuencias, como también hacer un buen uso de la fortuna y la bonanza.

Por lo tanto, un día, el hombre ha de entender que todo lo que sucede en su trayectoria, no es más que el instrumento que ofrece la vida para su progreso, desde que se arrastraba en los mundo inferiores y que hoy más fortalecido por las marcas que adquirió con las luchas terrenas, comienza a levantarse en el progreso por su propia voluntad.

Hermanos, los mensajes son advertencias, pero no harán para ustedes, la tarea que solamente a ustedes compete, que es sanar a través de las pruebas en los milenios de equívocos practicados.

Miramos, observamos, animamos e intuimos la práctica del bien. No obstante, cabe solamente a ustedes, en posesión de su conciencia, decidir estacionarse o progresar.

Por lo tanto, incluso con los dolores del mundo, no debe haber abandono espiritual; en su lugar al contrario, hay un movimiento de energías y fuerzas amparándoos en los caminos que decidís recorrer.

Estamos con vosotros, hermanos, que la fe nunca os falte, que ella sea la brújula que guie vuestras decisiones.

Paz a todos.