¡Discípulas amadas!

¡La paz sea con vosotras!

Nos congratulamos con vosotras por la victoria de la luz, que representa la victoria de vuestros espíritus, retirando las sombras e iluminándoos, para que alcancéis las fronteras de la Tierra Renovada.

Es Jesús el que os guía y su Luz sustenta vuestros cuerpos, dándoos la fuerza necesaria para el enfrentamiento en las luchas de los enemigos que llegan feroces, encontrándoos seguras, fuertes y corajosas Siervas de Jesús.

Durante miles de años, acompañamos vuestros espíritus en las luchas que venís enfrentando para abandonar las fronteras del atraso espiritual. Llegasteis a un momento en que desenvolvisteis el coraje, la fe, el amor y el perdón de las ofensas en una cuota suficiente para impulsaros a un nuevo aprendizaje en un ambiente de paz y armonía.

Seguid valientes y confiadas en nuestra presencia, sustentándoos y guiándoos. No dejéis que las perturbaciones de vuestro alrededor manchen vuestro deseo de progresar.

¡Adelante, amadas hijas, rumbo a la liberación! Mucho falta todavía, pues las guerras y la violencia campean por todo el planeta y la humanidad, acicateada por los propios instintos, da rienda suelta a toda negatividad acumulada en su alma.

Es tiempo de servir y amar a Dios sobre todas las cosas.

Es tiempo de trabajar y luchar en nombre de la verdad, en nombre del Evangelio de Cristo, no importa el ridículo, la incomprensión y la maldad de aquellos que todavía no comprenden que sólo el amor libera.

Jesús os bendiga y os sustente antes que alcancéis la laborada del Nuevo Mundo.

¡Salve Jesús!

¡Salve el amor que nos une!

¡Salve la paz!