¡Salve Jesús, salve el dulce perfume de María!
Hermanas, ¿por qué la humanidad no guarda en sus corazones, las enseñanzas que fueron dadas por el amado Rabí de Galilea para haceros libres su espíritu? ¿Por qué se hacen esclavos de las formas, esclavos de un dios de barro, de un dios de oro, que no se calienta, que no os conduce a los apriscos del Señor?
¡Mujeres, hijas María! ¡Si supieseis cómo es de triste la vida de aquellas que mutilan sus cuerpos!
Como de triste lo que hacéis del templo de vuestros espíritus. ¿Por qué, entonces, no embellecéis vuestros espíritus? ¿Por qué no eleváis vuestros pensamientos, inspirándoos en la belleza de la actitud que es tomada antes de reencarnar y que trae cada mujer, que nace con la dádiva divina de ser mantenedora y perpetuadora de la vida, en la parcela del Padre, capaz de traer a sus hijos de vuelta al camino de la regeneración?Rescatamos millares de almas fallidas en tristes lamentos y dolores, que encontramos en los valles de los olvidados, los rechazados, las mutiladas. Bellos cuerpos mientras estaban en la materia, admiradas y envidiadas; sin embargo, al atravesar la frontera de la muerte, verifican cómo sus almas son deformadas, como se convierten horrendos sus rostros, encontrándose con aquello que jamás querían e imaginarían ser.
Las formas y bellezas que cultiváis en el plano material no se sustentan en el mundo espiritual, cuando vuestros espíritus no se elevan.
Mis hermanas, cuando vosotros decís que vuestros cuerpos os pertenecen, se trata de un engaño, pues, en verdad, ellos son concedidas a vosotros en calidad de préstamo. Qué triste es cuando llega la rendición de cuentas y se ve con los labios torcidos, ojos hundidos, úteros abiertos, solo por la ignorancia, por el placer fugaz de ser admiradas.
Buscamos, junto a esta Casa, llevar esas hermanas que ya expurgaron, no todo, pero una parte de sus dolores en el valle de los olvidados, que se refuercen y consigan dar inicio una nueva caminata, incluso si está llena de piedras y espinas. Pedimos al Padre para que salgan victoriosas en la próxima vida a iniciar.
Que estas palabras pueden alcanzar a todas las mujeres del mundo para que, si quieren ser bellas y admiradas, que abdiquen de la esclavitud de la materia, de la esclavitud de la belleza. Conserven sus cuerpos, manteniéndose sanos, pero en el límite de lo aceptable, en el límite de lo necesario para el mantenimiento de la vida.
Todos los días recibimos convoyes de mujeres que se entregaron de forma absurda a tratamientos, cirugías y experiencias, no aceptar que la juventud es efímera.
Vemos una nueva Atlántida surgir, no la Atlántida idealizada, pero a su final, donde el "elixir de la larga vida" fue exhaustivamente buscado, estudiado.
Hermanos, no hay un "elixir de larga vida" para la materia pues ella es pasajera y cumple en su función que es sustentar el espíritu mientras estuviese encarnado.
Muchas fraternidades están surgiendo, compuestas de seres rebeldes que están en el astral inferior y realizan experiencias macabras. Esos seres, infelizmente, encuentran sintonía en las mentes infantiles y desprevenidas de médicos e investigadores que buscan sus cobayas en las personas invigilantes en aquellas que viven para la materia. Y los resultados de estos experimentos serán los peores posibles.
Esperamos, Padre, que Su Luz toque los corazones de aquellas que todavía están en duda, que la duda se transforme en esperanza de un nuevo porvenir ya que se entreguen a la Luz, tener la certeza de que, lo que libera cada uno de nosotros es la regeneración del alma, a través de la búsqueda del conocimiento sano, de la fe verdadera, de la práctica de la caridad y de la fraternidad.
Entonces, hermanos, oremos para las mujeres que andan por el mundo, ignorantes de los lobos que se acercan, y que Dios nos dé fuerza para socorrerlos.
¡Salve Jesús! ¡Salve la luz!
María Magdalena
GESH - 30/10/2015 - Vitoria, ES - Brasil