Videncia - Comencé a ver una fuerte luz aumentando de tamaño e intensidad. Parecía ya estar presente en el lugar, pero se estaba intensificando cada vez más, tomado forma de luz, para que yo pudiese distinguirla de lo restante. Después, cuando ya estaba bien densa, de cierto punto, otros pequeños focos de luz comenzaron a individualizarse, partiendo del primero. Eran bien menores, más también brillaban.
El sentimiento que sentía era indescriptible, una mezcla de admiración, veneración y locura. Noté entonces que los focos de luz eran las proyecciones del Maestro Jesús y Sus Apóstoles.
Envuelta en la suave luz de Su Presencia, oí las siguientes palabras:
¡Vengan conmigo!
Yo Soy la llama que una vez encendida, nunca se apaga.
Nadie va al Padre sino es por mí que Soy el Amor.
Todo es paz en Mi Presencia y nada os puede golpear.
De todo lo que conocen, nada congrega mayor valor del que el Amor que por vosotros devoto.
Cuido de vuestros pasos desde que vuestra existencia embrionaria aún se hacía en los planos más sutiles.
De las vidas que vivisteis, en todas ellas os vine guiando.
Cuando errasteis, cayendo en la lama pútrida, pérfido atolladero del alma, estuve a vuestro lado aguardando pacientemente vuestra voz clamar por Mí, cuidé para que en breve fuese el período, esfuerzo postrero, para alcanzarles más allá de las miserias mundanas.
Cuando por fin, decidieron caminar, seguí a vuestro frente, iluminando su camino para que no cayeseis nuevamente.
En vano fueron muchas veces el esfuerzo, pues al respecto de Nuestra Presencia, cuántas caídas sucesivas tuvisteis. Y a cada una, allá estaba Yo, nuevamente, a vosotros aguardándoles.
Ahora, con vosotros Estoy y valiéndome de la Bondad Magnánima del Padre, os alcanzo por las palabras, que hablan directamente en vuestras mentes. ¿Me podéis oír?
Hace mucho vengo transmitiendo Mis Enseñanzas. ¿Me vienen siguiendo?
Miren, pobres enfermos, y vean cuán contaminada vuestra túnica se encuentra. En breve, seréis invitados a la gran fiesta y ¿cómo habréis de comparecer portando tales vestimentas?
Depuradla, confiriendo valor a aquello que realmente lo tiene. Amaos.
Disuelvan los odios, aparten las diferencias, cultiven la alegría para que en los reflejos de la noche sombría adentréis la alborada de un nuevo día, liberados de los recuerdos torpes y sin sabores de antaño.
Con vosotros Estuve. Con vosotros Estoy y con vosotros Estaré.
Por amor a vosotros me hice presente en la carne y por amor permanezco entre vosotros.
Soy Todo Amor por vosotros para que sean transformados en Puro Amor, fuente cristalina de vuestra Mónada eterna.
Heme aquí a vuestro lado. Dadme vuestras manos y seguid Conmigo, Vamos juntos en dirección a las estrellas. Vosotros sois hermanos amados y por vosotros, velo siempre.
-En ese momento Él se dirige a lo Alto y dice:
Súplica de Jesús al Padre por la Humanidad
¡Padre! Yo os suplico por estos hombres y mujeres. Sus niños y viejos lloran. Hay dolientes del cuerpo y dolientes del alma. Se Eternizan en el sufrimiento cuando el camino es todo luz.
Aún un poco más de tiempo os pido Señor de los Mundos. Algunos pocos están por oír. Les hablo a ellos con todo amor y creo que sabrán Escucharme las palabras y entender el sentido.
Habrán de arrodillarse delante a Vuestra Presencia Mayor. Deles, una vez más, la generosa oportunidad. ¡Oh! ¡Amor infinito!
En Vuestra Presencia deposito Mi Pequeña Voluntad y a vosotros rindo Mi Fuerza.
Que se cumpla, por encima de todas las cosas, Vuestra Voluntad.
¡Oh! ¡Amor eterno!
Jesús Sananda,
GESH - 13/02/2004 - Vitoria, ES - Brasil
Nota: Extraído del Mensaje Semanal 498