Hermanos, amar la vida. Ella es el bien más precioso ya colocado en vuestras manos. Tened con ella todo cuidado y cariño, por su inestimable valor.

Si supierais como es de valiosa la vida en la materia, de ella cuidareis y procurareis 　disfrutar cada instante, buscando la luz del Sol para iluminar vuestros pasos al camino del progreso.

Agradeceréis la brisa fresca del mar acariciar　hacia vosotros　el rostro en una bella tarde soleada. Valorareis los momentos de alegría en convivencia saludable con amigos y familiares, construyendo momentos felices para futuras recordaciones. Bendeciréis el milagro de ver, oír, hablar y andar, dando a esos sentidos físicos el uso correcto de sus funciones, no usándolos como armas que os llevarían a las zonas de oscuridad.

Buscar en la oración el lenitivo para no volver más a los páramos del dolor, porque deseareis, mil veces, un día de sufrimiento en la materia que una hora de desesperación causada por la falta de esperanza de los que habitan el Abismo.

No hay ningún lugar en la superficie de la Tierra que se compare a los rincones siniestros del Abismo, donde el Sol no ilumina 　ni calienta, con fuerza, el camino a seguir.

Allá, hermanos, no hay lugar seguro para protegerse　vosotros　de la persecución implacable de los verdugos que prolongadamente cobran la deuda de la revuelta, de los sueños perdidos, del odio implacable, donde las palabras de perdón no alivian el deseo de venganza. En sus entrañas, se encuentran tanto los harapientos como los reyes sin coronas.

Aunque los desertores de la Luz tengan ser elegido para esa morada, ésta también es la morada escogida por seres que abrigan en sí amor fraterno e incondicional todavía no comprendido por los humanos. Allí están los Ángeles de la Luz, estoicos y abnegados que trabajan en la expresión máxima del significado del amor al prójimo.

Hermanos, para relatar una parte del Abismo, en la verdad se describe una parte de nuestro pasado, donde se imprimieron nuestras más vertiginosas caídas.

Mas el amor del Creador es infinito, como también son infinitas las oportunidades para que no se retorne a aquel lugar, porque la caída de un rebelde se da en un segundo, pero el levantamiento de un regenerado lleva incontables años en la eternidad.

Si del abismo saliste, no hay ley que determine vuestro retorno, a no ser la rebeldía a las Leyes Universales, pues el destino de cada criatura siempre estuvo y siempre estará en sus propias manos, porque así les faculta el libre albedrío.

Un socorrista del Abismo

GESJ - 31/01/2017 - Reunión Pública - Vitoria, ES - Brasil