¡Hermanos, salve, la Paz!
¡Salve, el Maestro Jesús!
El Salvador de la humanidad, Jesús, que trajo a la Tierra el guión liberador de los retrasos y de los lazos kármicos que os atormentan a un pasado de dolor, penas, revueltas y angustias, en otro acto de acrecimiento de misericordia, pidió al PADRE que extendiese el tiempo de la transformación de la Tierra expiatoria y kármica, visando siempre el bien de esa humanidad sufridora. Sin embargo, la rogativa del Maestro al Creador no fue para que vosotros, población terrena, sembraseis más dolores, injusticias y molestias durante ese período.
Vosotros, que rogáis por paz, no conseguisteis callar el orgullo belicoso que impregna vuestras almas, manchándolas de suciedad, aunque ansia por el amor. Por siglos sembrasteis el odio y la indiferencia, pero siempre disfrazados con el brillo de la victoria y la falsa caridad del mundo material.
El Maestro no fue comprendido en Su rogar. Él jamás pediría ese tiempo para que los dolores se extendieran en la carne para la recuperación del alma atrasada en la senda evolutiva. Sin embargo, poco a poco, se agota el plazo y veréis, hombres, que el exilio, tan solitario e inevitable a los réprobos, será el destino correcto para la gran masa que, otrora, también llegó a este suelo como exilada.
Infelizmente, hermanos, más un ciclo viviréis con las mismas exigencias de los orgullosos, con las mismas revueltas de los injustos, con las mismas pruebas de los pretensiosos. Porque se cambia el cuerpo, pero no se transforma el alma. Y esa nueva existencia vendrá pegada con las acumulaciones de las programaciones preteridas o no concluidas.
Por lo tanto, en una tentativa más de ayudarles, estamos aquí, Agentes del Maestro, a alertarles para que vuestras mentes comprendan la importancia de esa petición de tiempo. Fue la grandiosidad de Su corazón que, humildemente, pidió al PADRE para que no se extendiese más el calvario de los dolores, para que no diezmaseis el tiempo que os resta con querellas inútiles, con discusiones estériles, con posesiones y acúmulos materiales desmedidos que sobrepasan las necesidades del mantenimiento de la vida, pues bien sabéis, que lo que aquí en la Tierra adquirimos, a ella pertenece y de aquí nada llevaréis, pues que serán escombros acumulados al final del ciclo.
Hermanos, cultiva en vuestro interior las virtudes sublimes, tesoros que el mundo "moderno" rechaza: el amor, la fraternidad, la humildad, la paciencia, la tolerancia, el perdón, la generosidad del alma. Esto, sí, constituye la verdadera riqueza espiritual, y veréis que, al tenerlas en vosotros, gozaréis de la paz de una consciencia tranquila.
Todo esto es lo que deseamos a vosotros, hermanos amados e hijos del PADRE, porque el tiempo pedido por Jesús corre rápidamente, y no deseamos que Él, al final de ese tiempo, encuentre tantos rehenes condenados al exilio. Acordaos que todos vosotros, al iniciar la jornada terrena, abrigabais en vuestros corazones la esperanza de la libertad de las pruebas kármicas; ansiosos por la Luz, pues que vinisteis de la oscuridad y oísteis de los labios y del corazón del Maestro la promesa de la Buena Nueva en esta tierra prometida. Y él, en otro gesto de amor infinito, se dio como mártir en el holocausto de los dolores, para que allí buscaseis fuerzas para superar vuestra inferioridad, realizando las transformaciones profundas en el espíritu atormentado.
Paz, hermanos. Paz en vuestros corazones.
 
 

Rama Shaim

GESJ - 23/01/2018 - Reunión Pública - Vitória, ES - Brasil