¡Oh Tierra! Madre querida,
que en Tu seno me alimentaste,
en Tu regazo envolviste mi cuerpo,
para en Tí solo peregrinar y progresar.
Hoy veto de Tu suelo,
los dolores que la hirieron de muerte,
que poco a poco hierve para un rompiente,
en los estertores de los dolores, renacer bella y pura,
para nuevamente abrigarles,
no más las fieras a arrojar golpes y saquear Sus fuerzas,
pero sí, Amiga a albergar a un nuevo pueblo,
que sabrá amar, cuidar y agradecer Su generosidad,
en el alimento y manutención de la vida.
Por varios mundos recorrí,
pero aquí aprendí a reverenciar la Divina Creación.
Y Tierra, querida madre, en medio de tantos aciertos y desaciertos,
me sustentaste hasta el final,
y por eso forjado en las fuerzas de Su energía sublime,
mis células están impregnadas de Su éter,
y por más mundos que recorra,
Su imagen, la llevaré conmigo,
porque Su recuerdo está en la memoria de mi cuerpo.
¡Salve Tierra amiga!
¡Madre y profesora, hasta pronto!
Ahora revestida de nueva luz,
que en el universo no más recibirá los lamentos de los que sufren,
pero hosanna de los que agradecen Su presencia.
¡Divino Padre, a Ti estoy agradecido por poder ser parte de la historia de la Joya Azul!
Eça de Queiroz
GESH - 01/10/2016 - Vitória, ES - Brasil