¡Amados! Se derrama sobre la Tierra Cascada de Luz del Amor Divino, invadiendo los corazones afligidos como bálsamo de esperanza en medio de las tempestades tormentosas.
Dulces paisajes se descorrieron ante los ojos maravillados de los hijos de Dios, pero, para ver tanta belleza debe estar el observador sumido en la psicoesfera saludable del amor, de la comprensión y del perdón.
Hay que estar el observador embargado por la suave brisa de la humildad conduciendo sus pasos por el brasero ardiente de la Fe. Si así no están, los hombres de hoy sólo verán solamente el dolor y el miedo.
Subimos a los cielos súplicas por la paz, pero falta paz en los corazones.
Subimos a los cielos súplicas por una vida mejor, pero pocas son las manos extendidas hacia el prójimo.
Subimos abundantes a los cielos pedidos de socorro, pero pocos corazones se entregan con fe a los designios del Padre.
Hijos amados, ¿cómo deseáis ser oídos, atendidos, cuando renegáis las orientaciones de renovación que os llegan?
Comprobar vuestra mirada, agudizar vuestros oídos y, sobre la Luz que se esparce sobre vosotros, inclinaos a recoger las respuestas a las inquietantes preguntas que lanzáis al espacio.
En el Universo no existen milagros, sólo trabajo. Trabajad pues en el sentido de renovar la densa psicoesfera terrestre que os encierra en la más terrible de las prisiones: las tinieblas.
Joana de Ángelis
GESH - 26/10/2001 - Vitória, ES - Brasil
Nota: Mensaje extraído del libro: Mensajes de María de Nazareth, Joanna de Angelis e Irma Dulce.