Jesús, el Rey de reyes, nació en un pesebre.
¡Anunciado fue su nacimiento, apresuraron los hombres sedientos de amor en busca del pequeño Ser de Luz!
Y Su presencia inundó la tierra de luz y esperanza.
Y el amor se hizo en el hombre.
Peregrinó humilde, cercado de seres imperfectos y, con bondad y sacrificio, cumplió Su misión de encender, en los corazones, la llama del Amor de Dios.
¿Y qué hicieron los hombres con el Sublime Ser?
Lo clavaron en la cruz infame.
Y Él, lleno de paz y amor, perdonó a todos y sigue todavía hoy en sacrificio, procurando despertar en las criaturas humanas los dones sublimes del alma.
Jesús es la luz divina, capaz de levantar a todas las almas de la oscuridad más profundas para la redención suprema.
Solamente Él, divina presencia, es el camino que nos lleva a la redención.
Jesús, todo amor y paz, ayúdanos a reverenciarnos al divino Padre, cumpliendo Sus Leyes.
Jesús amoroso, presencia de Dios en la Tierra, nos ampare a todos.
Meimei, a vuestra disposición.
¡Salve, Jesús!
Meimei
GESH - 12/11/2020 - Vitoria, ES – Brasil