¡Bienaventurados los mansos y pacíficos, porque heredarán la Tierra!
¡Bienaventurados los pobres de espíritu, porque alcanzarán el Reino de los Cielos!
¡Hermanos, la Doctrina de los Espíritus es el consolador prometido por Jesús!
Doctrina reveladora, trajo a la humanidad refrigerio para los sufridores, revelando la verdad más pura de la supervivencia del espíritu y de la continuidad de la vida más allá de la materia, limitada y perecedera.
Los espíritus trajeron sus voces del mundo invisible para el mundo transitorio, para los hombres que os creían muertos.
Revelaciones que ampliaron los pequeños horizontes de la vida limitada en la materia, mostrando que más allá de ella, pulsa, vibrante, la vida del espíritu, revelando que no existen ni “infierno” y ni “cielo” eternos. Mostró que cada criatura habita el plano que merece, de acuerdo a sus elecciones y su transformación.
La doctrina reveladora ancló en los corazones la presencia del Amoroso Jesús, clarificando las palabras de los evangelistas Lucas, Mateo, Marcos y Juan, y de Pablo, retirando las alegorías, sembrando entre los hombres de buena voluntad que solamente a través de la caridad, del perdón de las ofensas y del amor al prójimo, como enseñado por Jesús, el alma se transforma de las tinieblas en luz.
La Doctrina de los Espíritus unió a todas las criaturas como iguales ante el Padre amoroso. Hombres y mujeres en las mismas condiciones, mereciendo, todos, oportunidades, respeto, fraternidad. Unía ricos y pobres, sin distinción, una vez que, en las múltiples existencias, en la reencarnación, puede la criatura estar en cualquier condición.
Hermanos, los espíritus que trajeron las revelaciones continúan trabajando en beneficio de esta humanidad. Humildes y anónimos, cumplen la Voluntad de Dios, a través de la ayuda y del amparo a todos vosotros.
El alma de aquellos que partieron del plano físico viven. ¡Y las almas claman por la renovación de la humanidad!
El tiempo, que es infinito, se ha vuelto limitado para la Tierra. Porque, saliendo de la dimensión de sufrimiento, el planeta avanza hacia la dimensión donde cesarán sus dolores y su manto, desgastado y herido, será cambiado por un manto resplandeciente de paz, amor y fraternidad.
Despertad, hermanos, porque, si ahora sois almas encarnadas, en un tiempo preestablecido nuevamente volveréis a ser almas libres que serán atraídas a planos de dolor o de renovación.
Jesús es la Ruta Sublime que conduce al viajero al Reino de Dios.
¡Jesús ampara a todos!
Soy Kardec, vuestro hermano en Cristo.
¡Que la paz y el amor envuelvan a todos!
¡Salve, Jesús
Allan Kardec
GESH - 17/12/2021 - Vitoria, ES – Brasil