Salve, el Maestro Jesús, aquel que me rescató y que ayuda a la humanidad en sus tropiezos, en sus atrasos y en su ignorancia, por no comprender que el Amor Divino trasciende el odio, la indiferencia y las injusticias.
Hay muchos relatos de la vida del Maestro Nazareno que no pudieron llegar a la luz esclarecimiento humana, porque, de ser transmitidos en la época de su paso en la Tierra, serían considerados deshonra y traición por quien los relatase.
Cuando el Maestro estuvo preso en celdas romanas, en Galilea, durante su juicio, yo era un soldado romano asignado para vigilar aquel criminal, por tratarse de alguien con alto potencial de peligro, por podernos envolver con su palabra. Actuaba, mirando para aquel hombre, que alguna cosa andaba mal en la apreciación de nuestros superiores.
Antes de la tortura, le colocaron las espinas sobre la cabeza, me quedé observando sus facciones, y su comportamiento, ya que Él nada hablaba. En mis pensamientos más íntimos, percibía que algo andaba mal en el juzgamiento sobre este hombre. En Su mirada no había odio, venganza, insatisfacción, rebelión.
Yo conversaba con mis compañeros, que tampoco comprendían por qué Él no gritaba y no se rebelaba. Algunos nos dijeron que era loco; otros, que era fanático. Pero yo no conseguía comprender el motivo de tal forma de proceder.
No podría expresar con palabras mi discordancia, yendo contra de una decisión del César, ya que, como soldado romano, sería acusado de traición y eso sería una deshonra para un soldado y su familia.
Naturalmente, después de aquella encarnación, fui arrastrado por las fuerzas inferiores a una zona de guerra, dado que era considerado un soldado valiente. Algo me conmovió durante una batalla, cuando, de lejos, escuché una voz llamando mi nombre, invitándome para participar en otro ejército, el del propio Cristo, aquel, el cual fui designado para mantenerlo en la prisión.
Hoy, soy parte de ese ejército que me sacó de las zonas oscuras. Fue un proceso doloroso - una vez que aprendí a servir ciegamente a mis comandantes-, y un cambio de paradigma para mí.
Comprendí que no es preciso acatar irreflexivamente al Maestro Jesús. Comprendí que la honra no viene de cumplir todas las órdenes, más bien de mi comportamiento, de mi transformación. Asimilé que no hacemos enemigos durante las batallas de la Luz, sino que estamos salvando a nuestros hermanos; que, para convivir con el Maestro, no precisamos ser perfectos, sin defectos, y que, aunque estemos cubiertos de errores y de pasados oscuros, aun así, podemos luchar y trabajar en Su nombre. Incluso tropezando y equivocándonos, no estamos perdiendo el tiempo en el camino; estamos apenas aprendiendo a separar el error del acierto, el bien del mal. El cambio de rumbo, a veces tomando el camino equivocado, es solo un lapso de nuestra eternidad y que todo es aprendizaje.
Por eso, humildemente, transmito mi mensaje y mi testimonio para aquellos que piensan que, equivocándose, no alcanzarán la regeneración; aquellos que, no comprendiendo el verdadero significado del perdón, no conseguirán ser perdonados; aquellos que, todavía apegados, acreditan que no serán amados por el Dios Mayor.
Rehacer todos vuestros pensamientos. Crear la esperanza dentro de sí, de que el Maestro es para todos y que no hay elegidos en Su corazón. Sólo hay hermanos, “ovejas” que, por el momento, se desviaron del camino.
Acreditar firmemente que Él no abandonará a nadie. Después de esta etapa de elección, Él todavía seguirá amando, perdonando y ayudando.
Muchos compañeros del ejército todavía continúan luchando por la Oscuridad, sin embargo, comprendí que ellos simplemente están equivocados y que, como yo, en otro planeta, en otras tierras, también encontrarán la comprensión de que servir al Maestro no es flaqueza, no es humillación. Cuando pensamos en construir dentro de nosotros estos pensamientos, cae por tierra orgullo, el egoísmo y la separación.
Hoy, en las zonas de guerra, en el plano físico, yo miro para aquellos hermanos y me veo en ellos, luchando por un comandante que solo es fuerte a los ojos humanos, pero espiritualmente es frágil e impotente ante el Poder Divino, que verá cumplir con la tarea regeneradora, de llevar esos pobres líderes a confrontarse con su pequeñez.
En el planeta para donde serán enviados, ¿Serán los dirigentes de qué? En una tierra estéril, ¿Qué tipo de soldados reunirán?
El momento actual es de reflexión, en el que cada uno debe detenerse, meditar y concluir:
¿A quién servís?
¿Cuál es el propósito de la lucha?
¿A dónde pretenderéis llegar?
Momentos graves sacudirán la Tierra y solamente en esos momentos que las máscaras caerán, que los verdaderos rostros se presentarán. Durante la guerra, no conseguiréis ocultar a qué lado servís.
Invitamos a todos a ser parte del Ejército de Maestro Jesús, no para crear fronteras, defender países, sino para la libertad de un planeta que, cansado de guerras, merece la defensa, la higienización para el nuevo nivel evolutivo.
Me despido, agradeciendo e inclinándome, no como una humillación, sino como un reconocimiento del Amor de Jesús por nosotros.
Lucrecio, entre vosotros.
Salve, el gran Maestro Jesús.
Lucrecio
Soldado Romano
GESH – 01/04/2022 – Vitoria, ES – Brasil