Queridos hermanos,

Cuando comenzamos nuestra jornada alrededor del mundo esparciendo la Buena Nueva del Señor, teníamos la certeza de que todos los mensajes bellísimos de Rabí de Galilea ablandarían los corazones, como a nosotros cautivara.

Recuerdo emocionado de Sus Sublimes palabras:

-¡"Pescadores de Almas, vosotros seréis!"...

Todavía podíamos oír soplar el dulce hálito de sus palabras en nuestros oídos, llamándonos para el trabajo de divulgar Su Mensaje.

Es verdad que al afrontarme con mi propio miedo fui capaz de negar Su Presencia de Amor Bendito, sin embargo, procuré después redimirme de tamaña flaqueza. Traigo, todavía hoy, sigue viva en la memoria de mi alma el recuerdo de la lección aprendida en aquella triste tarde de primavera.

Sería más fácil negar la convivencia con el Maestro que de enfrentar la furia de Sus opositores.

Más tarde, en cartas escritas desde la prisión, envié al pueblo de Dios, seguidores de Cristo Jesús, esas palabras: "Y no habrá más sobre la Tierra, Alma tan pura capaz de rescatar a las poblaciones humanas. Jesús, el Divino Maestro, Doctor de nuestra almas, Médico amoroso y paciente que cuida de cada uno de nosotros y nos guarda en Su Corazón, es capaz de reconocernos en nuestras mínimas acciones.

Poseedor de todos nuestros pensamientos y conocimientos, ¡Aquel que todo sabe y nos guía como hijos queridos, hermanos menores, los alumnos amados! ...

Yo soy el que viene a vosotros a pedir en forma de súplica bendita. Os parecerá a vosotros en principio extraño y contradictorio, sin embargo, guardarlo en vuestros corazones, reservaros para sí mismos el siguiente pedido y cualesquiera que fueran los acontecimientos jamás neguéis a Cristo como yo lo negué.

Pedro, El Apóstol

Nota:　Mensaje extraído del libro "En el nombre de Cristo Nuevamente Aquí Estamos"