La falta de perdón arrastra al ser hacia la inconsciencia de las tinieblas.
Sufrí más de cien años buscando vengarme de los hombres que ya no sabía dónde estaban.
Arrastré en el Astral a decenas de hermanos, alimentando odio y dolor.
Un día, en una playa encontré a los hombres que yo quería destruir, y fueron estos los que me revelaron el infierno en que vivía por no saber perdonar.
Fue un encuentro tan verdadero que, percibiendo la locura en que vivía, decidí cambiar. Mayor dolor fue cuando percibí que, en aquel desatino, yo perjudicaba a muchos hermanos en aquella desventura.
Pero, por increíble que parezca, no me desesperé y decidí cambiar, pero me prometí a mí mismo que sólo pensaría en mí cuando pudiera recuperar a todos los que yo arrastrara por aquel precipicio de odio.
Fue una tarea larga, de casi diez años. Recibí una ayuda que no tiene precio de los hermanos espirituales de esta Casa (GESJ).
Cuando recuperé al último compañero, sentí que yo estaba sano y libre. Mi corazón dejó de ser ácido y venenoso y sentía que no había barrera entre los hombres, ni de raza, ni de color. No había blancos, negros, ni indios. Hay solamente una inmensidad de hermanos en Dios que necesitan ampararse en la fraternidad para que el Amor y la Paz sean verdades en la Tierra.
El origen de toda esa vida triste fue el rapto de una india por un hombre blanco, y la venganza siguiente: una mujer blanca raptada el día de su matrimonio por unos hombres - indios-.
Mucha muerte y odio no llevaron a nada positivo. Quedó un saldo de cien años de odio, desesperación y dolor.
Ustedes viven tiempos de violencia vana porque son desconocidos en la Tierra los conocimientos dejados por los espíritus. Ellos son los únicos que dan base para el verdadero perdón, porque nos dicen que hoy sufrimos las consecuencias de lo que en otras vidas hicimos sufrir a alguien. Tolerar, resignarse y comprender son las llaves del perdón.
Aunque la ofensa sea tan dura como un puñal, clavado por la espalda en cobardía abominable, pidan socorro a Dios que Él les dará la fuerza para perdonar y olvidar, pues sólo así rompemos los lazos con el pasado.
Pajé Pluma Blanca
GESJ - 10/01/1995 - Psicografia - Vitória /ES - Brasil
Nota: Mensaje extraído de la divulgación 30.